miércoles, 1 de febrero de 2012

RELAJACION YOGA BARCELONA

RELAJACION YOGA BARCELONA

Aprender a respirar
El otro pilar de la relajación es la respiración. Cuando se tiene conciencia y se aprende a inhalar y exhalar, se oxigena mejor el cuerpo y el trabajo de parto se facilita.

"La respiración es importante en el parto porque el útero se está contrayendo de forma exigente. Si los músculos no reciben oxígeno, las contracciones aumentan el dolor y pueden producirse calambres. Además, el útero se estrecha y la placenta se reduce. Cuando la madre respira adecuadamente, controla las contracciones y hace más rápido el proceso".

La madre debe aprender a respirar con el abdomen. Para ello, se enseña a que inhalen y exhalen lentamente, sin que se infle el pecho.
"Un ejercicio consiste en que ella cierre los ojos y cuente cuántas veces respira. Casi siempre son 30 por minuto. El objetivo es bajarlas a cinco y se logra inhalando lentamente por la nariz y exhalando pausadamente por la boca. También se les dice que cuenten cuatro segundos mientras toman el aire y ocho segundos mientras lo sueltan.

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De esta forma, empiezan a tener conciencia de la respiración y aprenden a controlarla"

Lo ideal es que se practique constantemente porque en el momento del parto se olvida contar y respirar y se echa a perder toda la preparación. Por eso, es necesario automatizar esos movimientos haciéndolos diariamente en la casa."El entrenamiento es fundamental. Nosotros somos unas guías y se les dejan unas tareas para que ellas practiquen los ejercicios en su casa y aprendan a relajar y a tensionar".

Además de relajarse, esta preparación ayuda a las madres a entretenerse y a establecer un vínculo con su bebé. Adicionalmente, les sirve para la recuperación posparto porque aprenden a dominar el sistema nervioso y tienen menos posibilidades de desesperarse.

Técnica de la relajación consciente:

La técnica expuesta aquí debe ser tomada a modo de guía y no rígidamente, puesto que lograríamos el efecto contrario al buscado, puesto que cualquier coerción va opuesta a la distensión, expansión y reposo.

En primer lugar la postura a adoptar es savasana o postura del cadáver sobre el suelo con una delgada colchoneta o frazada de por medio. Consiste en colocarse en posición supina, o lo que es lo mismo con la espalda apoyada en el piso, las piernas separadas levemente, con los dedos de los pies hacia los lados, los brazos se hallan distendidos a los lados del cuerpo separados unos centímetros del mismo con las palmas hacia arriba.

Se comienza haciendo unas respiraciones lentas y profundas sin llegar a forzar los pulmones. En cada exhalación se debe adoptar la actitud de "soltar", es decir en cada exhalación se debe intentar aflojar, soltar, relajar, las tensiones emocionales y físicas. Es importante esta actitud puesto que permite ir profundizando el estado de relajación general y de distensión psíquica.
Otro aspecto de suma importancia a tener en cuenta es que debe haber en todo momento una atención consciente a todo el proceso de relajación, así como también de los estados mentales. Esto permite la incorporación a la conciencia de la energía que se va liberando progresivamente, produciendo una expansión de la misma y de sus posibilidades.

Luego se comienza a recorrer el cuerpo focalizando la conciencia progresivamente en las distintas zonas del cuerpo, aflojando dicha zona con la exhalación, y la correcta actitud mental de "soltar". Comenzamos por los pies, piernas, caderas, abdomen, pecho, manos, brazos, cuello y por último cabeza. Tómense la cantidad de respiraciones necesarias por cada parte del cuerpo. Si así lo siente puede acompañar el proceso con autosugestiones mentales diciendo para sus adentros "relax" o "mi pierna se relaja", etc.

Tras haber completado el recorrido podemos centrar nuestra atención en la respiración, siendo conscientes de sus movimientos y del aire entrando y saliendo de los pulmones. En este punto la respiración no debe ser controlada, sino observada, y dejando que el movimiento se produzca naturalmente. Lo importante aquí es "estar presentes" siendo plenamente conscientes del ahora, de lo que está sucediendo con el cuerpo y con la mente. Todo esto en un estado de "no-acción" o sin esfuerzo. La atención no debe ser forzada, sino que debe flotar ella misma en el océano de la conciencia, en el fluir del aire hacia adentro y hacia fuera, en el fluir de los pensamientos hacia la conciencia y luego de nuevo hacia la inconciencia.

Cuando sintamos que sea necesario retornar al estado ordinario de conciencia, debemos hacerlo muy lentamente, aumentando la profundidad de las respiraciones, y moviendo levemente primero los músculos del cuerpo, siempre con suavidad, hasta incorporarnos nuevamente.

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